Los budistas tradicionales meditan en la búsqueda de la iluminación. Los practicantes no religiosos pueden probarlo para encontrar un poco de calma o tal vez para tratar la ansiedad o la depresión. Pero cualquiera que sea su motivación, las personas que meditan, según una nueva investigación, actúan mejor que aquellos que no lo hacen.
Investigadores de la Universidad de Harvard y la Northeastern University reclutaron alrededor de tres docenas de participantes interesados en la meditación. La mitad del grupo se puso en una lista de espera, mientras que la otra mitad se dividió en dos grupos. Estos dos grupos participaron en sesiones de meditación que promueven la calma y el enfoque en la mente. Sin embargo, solo un grupo participó en una discusión activa sobre la compasión y el sufrimiento budista.
Al final de las sesiones de ocho semanas, los participantes regresaron al laboratorio para lo que les dijeron que serían pruebas cognitivas. La verdadera prueba, sin embargo, fue en la sala de espera del laboratorio. Los investigadores colocaron tres asientos en la sala, dos de los cuales estaban ocupados por actores. Cuando el participante del estudio entró en la habitación, tomó el asiento restante. Luego, otro actor, este con muletas y con una expresión de dolor horrible en su rostro, entró en la sala de espera.
Los dos actores sentados evitaron el contacto visual con el hombre que sufría con muletas, enterrando sus rostros en sus teléfonos celulares. No ofrecieron su asiento, promoviendo lo que los científicos llaman el "efecto espectador", en el que las personas copian los comportamientos de los demás, incluso si eso significa no ayudar a alguien.
Los investigadores estaban interesados en ver cómo reaccionarían sus participantes. Resultó que solo el 15 por ciento de los participantes figuraron en la lista de espera del estudio, aquellos que no habían meditado en absoluto, ofrecieron su asiento al desconocido inválido. Pero alrededor del 50 por ciento de los que meditaron renunciaron a su asiento. No hubo diferencia entre los meditadores que solo meditaban y los que realmente discutieron el concepto de compasión, lo que sugiere que la meditación en sí misma fue el factor crucial para aumentar la compasión.
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