Cuando era niño, Edward O. Wilson deambulaba por el Rock Creek Park de Washington DC con una red de mariposas y se maravillaba de las maravillas vivientes en el cercano Zoológico Nacional. Pero fue el Museo Nacional de Historia Natural, donde los "semidioses de la ciencia" trabajaron para desenredar la diversidad de la vida, lo que cautivó su corazón de diez años. Hoy, el eminente biólogo evolutivo regresó a ese museo para dar una conferencia de apertura de la primera Conferencia de Genómica Global sobre Biodiversidad, organizada por la Institución Smithsonian.
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A pesar de nuestro progreso en la exploración del mundo que nos rodea, Wilson argumenta que "la Tierra sigue siendo un planeta poco conocido". "Las especies son las unidades básicas de la biodiversidad", dijo el profesor emérito de la Universidad de Harvard, y cada año, los investigadores describen un promedio de 18, 000 nuevos. Esa falta de conocimiento tiene consecuencias. De todas las especies enumeradas por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza como en peligro de alguna forma, hemos logrado frenar solo el 20 por ciento en su caída hacia la extinción, dice Wilson.
Compara la situación con un cirujano que defiende la pérdida de sangre de su paciente en un 20 por ciento: la víctima puede no morir hoy, pero seguramente estará muerto mañana. Sin embargo, a través de la colaboración interdisciplinaria, dice Wilson, los científicos de hoy pueden crear "una edad de oro propia comparable a la de la invención de la biología molecular".
Wilson pinta dos posibles soluciones a esta hemorragia de especies. El primero es aumentar enormemente las franjas de regiones protegidas para abarcar alrededor del 50 por ciento del mundo. El segundo es comenzar a mapear esos millones de especies no descubiertas, dando el primer paso para enfrentar nuestra "inadecuada insuficiencia de conocimiento" sobre la riqueza de la vida en la Tierra. En este esfuerzo, Wilson enfatiza la importancia de los museos y otras instituciones de investigación basadas en colecciones, como el Smithsonian istelf, que utiliza su National Mosquito Collection para rastrear y estudiar el virus Zika.
El discurso de Wilson sirve como un llamado de atención a los biólogos en ciernes, que hoy tienen acceso a nuevas herramientas genómicas poderosas y encuentran su trabajo infundido con una nueva urgencia. "Tenga en cuenta: el cambio climático podemos revertirlo si trabajamos lo suficiente y conseguimos el liderazgo adecuado", dijo Wilson, dirigiéndose a una audiencia de más de 200 científicos de 20 países diferentes. "Pero la extinción es realmente, realmente para siempre".