El antílope saiga es una criatura divertida pero de aspecto entrañable con grandes ojos oscuros, un abrigo marrón claro y una extraña nariz floja. También está en peligro crítico y solo vive en las estepas de Asia Central. Eso hace que las muertes repentinas de más de la mitad de la población mundial en mayo pasado sean un misterio trágico que los investigadores están tratando de resolver.
Ahora han señalado con el dedo a los agentes responsables de la muerte, informa Carl Zimmer para The New York Times .
El trabajo en las semanas inmediatamente posteriores a la muerte y durante el verano llevó a los científicos a creer que la saiga sucumbió a una infección bacteriana de la sangre. Algún tipo de patógeno se multiplicó tan rápidamente en sus cuerpos que las toxinas los abrumaron. Las pruebas continuaron hasta principios del otoño y ahora los investigadores han anunciado que los agentes infecciosos son dos bacterias, Pasteurella multocida y Clostridium perfringens .
Los expertos también actualizaron el recuento de saiga asesinada de las estimaciones iniciales de 120, 000 a 211, 000. Eso es el 88 por ciento de los saiga que visitan Betpak-dala en Kazajstán cada primavera, el terreno de parto para la población más grande de la especie.
"He trabajado en enfermedades de la vida silvestre toda mi vida, y pensé que había visto algunas cosas bastante sombrías", le dice a The New York Times Richard A. Kock, del Royal Veterinary College de Londres. "Pero esto se lleva la galleta".
Sin embargo, el caso aún no está cerrado. Los dos patógenos nombrados son normalmente microbios inofensivos que viven en los sistemas respiratorios y intestinales de muchos animales. Por razones que los científicos no entienden completamente, ocasionalmente pueden volverse mortales. Pero para que los microbios maten, la saiga debe haber debilitado el sistema inmunológico.
Una primavera ventosa y fría podría haberlo hecho, informa Zimmer, y el año pasado fue inusualmente duro. El cambio climático es un posible culpable en la mente de muchos expertos.
El momento del mal tiempo de la primavera significaba que los antílopes se despojaban de sus abrigos de invierno y también daban a luz o amamantaban. Todos los factores combinados podrían haber sido suficientes para causar el número catastrófico de muertes en una especie que ya es propensa a tales muertes.
Lo único que pueden hacer los humanos es aumentar el número de saiga que aún viven para protegerse contra los peligros futuros. Representantes de Kazajstán, Mongolia, Rusia, Turkmenistán y Uzbekistán acordaron en una reunión la semana pasada mejorar los programas de cría en cautividad y buscar formas de abrir y mantener rutas de migración para la saiga. De lo contrario, otra muerte masiva podría dejar a la saiga en peligro de extinción.