Actualización: Según The Guardian, existe una superstición sobre los hombres lobo y los séptimos hijos: "Según algunas versiones del mito, el séptimo hijo del séptimo hijo es particularmente propenso a ser víctima de la maldición". Pero ese mito del séptimo hijo no está conectado con la tradición de adopción del séptimo hijo:
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Esa costumbre comenzó en 1907, cuando Enrique Brost y Apolonia Holmann, emigrados alemanes del Volga del sudeste de Rusia, le pidieron al entonces presidente José Figueroa Alcorta que se convirtiera en padrino de su séptimo hijo, dijo el historiador.
"La pareja quería mantener una costumbre de la Rusia zarista, donde se decía que el zar se convirtió en padrino de los séptimos hijos, y el presidente de Argentina aceptó".
Christina Fernández de Kirchner, presidenta de Argentina, recibió una nueva incorporación a su familia la semana pasada cuando adoptó a un niño judío de 13 años llamado Yair Tawil como su ahijado, informa The Independent. Sus motivaciones para hacerlo se basan en una leyenda centenaria de que los séptimos hijos se transformarán en hombres lobo.
En Argentina, el hombre lobo se conoce como el lobison; en Paraguay se llama Luison, y en Brasil se llama Lobisomem. The Independent elabora sobre la leyenda sudamericana:
La criatura parecida a un hombre lobo muestra su verdadera naturaleza el primer viernes después del cumpleaños número 13 del niño, dice la leyenda, convirtiendo al niño en un demonio a la medianoche durante cada luna llena, condenado a cazar y matar antes de volver a la forma humana.
Además de alimentarse de excrementos, bebés no bautizados y la carne de los recién muertos, se decía que el lobison era anormalmente fuerte y capaz de extender su maldición con una mordida.
En la mitología guaraní, el lobison es la descendencia de Tau, un espíritu maligno, y Kerana, una mujer mortal. En las culturas que creen en el lobison, esa criatura actúa como una especie de Grim Reaper, cuya mera presencia significa que la muerte pronto caerá sobre aquellos con quienes entra en contacto. Como explica The Independent, en el siglo XIX, el miedo a esta criatura era tan agudo en Argentina que las familias a veces asesinaban a sus séptimos hijos para evitar que la leyenda se hiciera realidad. Entonces, en 1907, en un intento por detener esta práctica, el presidente argentino comenzó a adoptar séptimos hijos, que el presidente insistió en que detendría la maldición. En 1973, agrega The Independent, la tradición de adopción presidencial también se extendió a las séptimas hijas.
Además de poder decir que es el ahijado del presidente, Tawil recibirá una medalla de oro y disfrutará de una beca educativa completa. En los tiempos modernos, la maldición, al parecer, se describe más acertadamente como una bendición.