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Mire lo que pueden hacer estos robots blandos

Imagina un robot blandito.

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No es fácil, ¿verdad? Los robots siempre han sido objetos duros, mecánicos y metálicos, herramientas construidas en gran medida para imitar la parte más dura del cuerpo humano: nuestros esqueletos. Y, se supone que tienen que ver con la precisión, no con la flexibilidad.

Blandita? Apenas.

Excepto, las dos historias más importantes en el mundo de la robótica la semana pasada fueron sobre máquinas que están muy lejos de C-3PO. El primero anunció que la Ecole Polytechnique Fédérale de Suiza ha desarrollado un robot con un agarre muy sensible, tan suave que puede recoger un huevo y tan flexible que puede agarrar una sola hoja de papel, al mismo tiempo que puede levantar objetos 80 veces su peso.

El secreto es que cada uno de los dos dedos de esta máquina está hecho de silicona, en la que están incrustados dos tipos diferentes de electrodos: uno que dobla los dedos para que quepan en un objeto, sin importar su forma, y ​​el otro que permite que los dedos realmente agarre el objeto con electroadhesión, el mismo principio que cuando hace que un globo se adhiera a la pared frotándolo primero por el cabello.

El segundo presentador de noticias era un pequeño dispositivo inteligente al que podría llamar Roboroach. Es un pequeño robot modelado por los científicos de la Universidad de California en Berkeley después de una cucaracha, específicamente por su sorprendente capacidad de aplanar su cuerpo de modo que solo sea un cuarto de su altura normal.

Esa facultad inspiró a los investigadores a diseñar un robot capaz de comprimirse de la misma manera. Todavía es un trabajo en progreso, pero el equipo de Berkeley espera que este tipo de robot de aplanamiento con sensores algún día pueda retorcerse dentro de los escombros de los edificios derrumbados.

El camino del futuro

Esas innovaciones son parte de la nueva tendencia en el diseño de robots, conocida simplemente como robótica suave. El punto es alejarse de las máquinas basadas en brazos y piernas rígidos parecidos a los humanos, y en su lugar piense "deshuesado".

De hecho, los modelos para la mayoría de los robots blandos son invertebrados: insectos, pulpos o calamares. Gracias a los avances en silicona y otros materiales flexibles, uno de estos robots podría, por ejemplo, usar un tentáculo que se despliega y gira y es capaz de agarrar algo desde diferentes ángulos. Los robots blandos pueden estirarse, cambiar su forma o tamaño; en resumen, adaptarse a su entorno.

Esto voltea la robótica sobre su cabeza. Durante décadas, los robots han sido diseñados básicamente para ser inflexibles, meticulosamente programados para realizar la misma tarea una y otra vez. Esa consistencia era su belleza. Eso es lo que los hizo invaluables en las líneas de ensamblaje o en cualquier otro lugar donde la precisión implacable importara.

Pero una vez que coloca esos robots fuera del entorno para el que fueron diseñados, son bastante inútiles. Y ahora, en paralelo con los avances en inteligencia artificial, se espera que los robots puedan abordar tareas más complejas, lidiar con lo impredecible e interactuar mucho más con los humanos. En Japón, de hecho, ahora se los considera fundamentales para la forma en que el país tratará con su población que envejece rápidamente: serán cuidadores de los ancianos.

Una primera gran prueba

Aún así, a pesar de su promesa, los robots blandos no están en gran medida probados en el mundo real. Pero a fines de abril, 10 equipos los pondrán a prueba en el Robosoft Grand Challenge en Italia, la primera competencia internacional para estas máquinas de próxima generación.

Un desafío será diseñado para simular un sitio de desastre, uno que los humanos no puedan navegar. Los robots deberán moverse a través de una caja de arena, arrastrarse a través de un pequeño agujero, subir escaleras y equilibrarse en una ubicación precaria sin hacer que se derrumbe.

Otro tiene que ver con el agarre. Las máquinas competirán en recoger objetos y moverlos a una ubicación específica. También deberán poder abrir una puerta con una manija, una maniobra muy compleja para un robot más convencional.

La prueba final será bajo el agua. Los robots saltarán al agua, se moverán a través de una abertura que puede aumentar y disminuir de tamaño, y luego se juzgará qué tan bien pueden eliminar las algas sin destruir un arrecife de coral cercano.

Suena desafiante, pero podría ser el campo de pruebas que necesita esta nueva ola de robots.

Aquí hay una muestra de lo que pueden hacer algunos de los últimos robots blandos:

Negocio delicado: recientemente, los cirujanos en Londres utilizaron un robot blando durante una operación por primera vez. Hecho de silicona, imita un tentáculo de pulpo y puede doblarse en todas las direcciones. Eso permitió al robot, equipado con una cámara, pasar a través de aberturas estrechas y pasar órganos delicados sin dañarlos.

Maneje con cuidado: los robots convencionales son notoriamente torpes cuando se trata de recolectar muestras delicadas de vida marina. Pero un equipo de la Facultad de Ingeniería y Ciencias Aplicadas de Harvard ha inventado una alternativa "blanda", dos tipos de pinzas suaves que pueden recoger suavemente los artículos bajo el agua. Uno imita la acción de enrollamiento de un boa constrictor, lo que le permite entrar en espacios reducidos y luego agarrar objetos de forma irregular.

Siga el cubo saltador: los investigadores del Laboratorio de Ciencias de la Computación e Inteligencia Artificial del MIT construyeron un cubo blando de tres pulgadas que puede desplegar "lenguas" de metal. Presiona las lenguas flexibles contra las superficies y lo impulsa en otra dirección. Los científicos esperan poder colocar el cubo de salto con una cámara y algún día usarlo para el alivio de desastres.

Míralo saltar.

Mire lo que pueden hacer estos robots blandos