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Un grupo muy antiguo de peces con mandíbula tenía relaciones sexuales sorprendentemente íntimas

Para muchas especies de peces hoy en día, la cópula es un asunto de no intervención. Las hembras liberan un torrente de huevos en el agua, y los machos rocían los huevos en una nube de esperma. Esta parece una forma bastante básica de reproducirse (disparar sus gametos al medio ambiente y esperar lo mejor) y ha funcionado lo suficientemente bien para muchas especies durante millones de años.

Sin embargo, la fertilización externa parece ser un desarrollo más reciente en estrategias sexuales que la alternativa más íntima: la fertilización interna. Según una investigación publicada ayer en la revista Nature, un grupo muy antiguo de peces con mandíbula llamados antiarcas placodermos se intimaban mucho antes de que sus futuros antepasados ​​optaran por la fertilización externa.

Esto implica que la fertilización interna podría haber evolucionado junto con los vertebrados, tal vez sirvió como la estrategia reproductiva elegida para los primeros ejemplos de nuestros parientes más antiguos, hace unos 385 millones de años o antes.

Un equipo internacional de investigadores llegó a esta conclusión después de examinar los antiarcas fósiles y detectar alguna anatomía reveladora previamente ignorada: cierres copuladores masculinos y placas dérmicas femeninas, similar a lo que se encuentra en los tiburones modernos. Los investigadores piensan que los machos antiarca utilizaron esas protuberancias óseas para agarrar a la hembra desde un lado, y que sus dos placas dérmicas ayudaron a facilitar ese intercambio. "Esto implica que la fertilización externa y el desove ... deben derivarse de la fertilización interna, a pesar de que esta transformación se ha considerado inverosímil", concluye el equipo.

Aún se desconoce si la estrategia reproductiva elegida por los antiarcas representaba la norma para todos los vertebrados tempranos o si solo ellos habían descubierto el secreto anatómico para la fertilización interna. Sin embargo, de cualquier manera, el equipo señala que el hallazgo tiene un "significado sorprendente" para la evolución de los vertebrados, incluido el nuestro.

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