Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lee el artículo original.
Los nuevos datos sobre la calidad del aire urbano de la Organización Mundial de la Salud recientemente llevaron a Onitsha, Nigeria, a recibir el título de "ciudad más contaminada" del mundo. Los medios internacionales también destacaron la "ciudad más contaminada" en su región, y destacaron países como India, que tenía varias ciudades entre los "cinco primeros".
Por supuesto, es importante destacar las ciudades donde la contaminación es una gran preocupación. La contaminación del aire es un "asesino silencioso", que puede aumentar el riesgo de accidente cerebrovascular, enfermedad cardíaca, cáncer de pulmón y enfermedades respiratorias como el asma. A menudo, los grupos más pobres y más vulnerables, como los niños y los ancianos, son los que más sufren estos efectos.
Pero este enfoque de "nombre y vergüenza" corre el riesgo de ser inexacto y engañoso. Por un lado, los contaminantes que causan una mala calidad del aire pueden variar significativamente entre las ciudades. Decir que una ciudad está más contaminada que otra es un poco como comparar manzanas y naranjas, especialmente cuando se trata de países en desarrollo. Para entender por qué, necesitamos profundizar más en los datos.
Para su análisis, la OMS analizó los niveles de dos tipos de partículas: PM₁₀ (que tiene un diámetro aerodinámico medio de diez micrómetros) y PM₂.₅ (que tiene un diámetro aerodinámico medio de 2.5 micrómetros), para 796 ciudades desde 2008 hasta 2013. PM₁₀ y PM₂.₅ incluyen contaminantes como sulfatos, nitratos y carbono negro (hollín), que penetran profundamente en los pulmones y en el sistema cardiovascular, lo que representa los mayores riesgos para la salud humana.
Como era de esperar, el análisis de la OMS muestra niveles más altos de contaminación del aire urbano en regiones de bajos y medianos ingresos como África, América Latina y el sudeste asiático. En estas áreas, la falta de fondos y la capacidad inadecuada para monitorear la calidad del aire dificultan la reducción efectiva de la contaminación del aire.
Según los datos de PM₁₀, Onitsha, Nigeria encabezó la lista en África, mientras que Bamedna, Tanzania, tuvo los niveles más altos de PM₂.₅. En las Américas, Santa Gertrudes, Brasil, tuvo la peor contaminación de PM₁₀, y Lima, Perú, encabezó la lista de PM₂.₅. En el Mediterráneo oriental y Asia sudoriental (que se agrupan en la base de datos), Peshawar, Pakistán, es el número uno para PM₁₀, y Zabol, Irán, para PM₂.₅.
Y estos ejemplos se centran solo en partículas. Las clasificaciones serían más diversas si se incluyeran otros contaminantes comunes, como el dióxido de nitrógeno, el dióxido de azufre y el ozono, en la base de datos.
Hay varias otras razones por las cuales la calidad del aire de diferentes ciudades no se puede comparar directamente. Por ejemplo, las diferentes estaciones tienen condiciones y actividades meteorológicas únicas, que pueden causar caídas o picos en la contaminación. Por ejemplo, una ciudad tendrá mayores concentraciones de contaminantes en un año seco que en un año húmedo, y mayores niveles de partículas en los momentos en que se queman los desechos agrícolas. Por lo tanto, el uso de datos de una temporada para extrapolar un nivel medio anual de contaminación podría sesgar los resultados.
Además, algunas ciudades no estarán en la lista de “más contaminadas” simplemente porque no controlan la calidad del aire, como es el caso en algunas ciudades africanas. E incluso las ciudades que controlan los niveles de contaminación tendrán diferentes números de estaciones de monitoreo en diferentes sitios. Por ejemplo, las estaciones pueden concentrarse en áreas residenciales menos contaminadas en una ciudad y en carreteras transitadas con alta contaminación en otra. Se necesita un número mínimo de estaciones de monitoreo para obtener datos espacialmente representativos.
Los métodos utilizados para monitorear diferentes contaminantes y analizar los datos también pueden diferir, lo que requiere ajustes para hacer que los datos sean comparables. Finalmente, el aseguramiento de la calidad y el control de los datos de monitoreo, la selección de instrumentos, la calibración y el desempeño documentado en una ciudad no se pueden comparar con una ciudad de calidad de datos desconocida.
Solo considerando estas variaciones podemos comparar con precisión las ciudades dentro y entre países. De lo contrario, cualquier clasificación será engañosa. También hay consecuencias políticas: si los funcionarios de la ciudad temen ser "nombrados y avergonzados", tienen un fuerte incentivo para ocultar sus datos o denunciar la contaminación. La controversia sobre los datos de calidad del aire de Beijing resalta estos riesgos.
El aire limpio es un derecho humano básico, y necesitamos actuar con urgencia para reducir la contaminación del aire, particularmente en los países en desarrollo. Las clasificaciones y listas que destacan las "peores ciudades" no promueven esta causa: solo sirven para tergiversar los datos y politizar un problema de salud pública. Si queremos salvar vidas ahora y proteger a las generaciones futuras, debemos resistir los titulares de clickbait y ser más reflexivos y precisos al hablar sobre la calidad del aire urbano.