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Partidos de dos o más

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Desde que somos niños, la colaboración y el trabajo en equipo se exaltan como virtudes sagradas, pero ese condicionamiento contradice directamente una de las debilidades más verdaderas de la naturaleza humana: es difícil complacerse; aún más difícil complacer a alguien más.

Teniendo eso en cuenta, me sorprende por qué trabajar juntos se ha convertido en una práctica bastante común en el arte. Ciertamente es un fenómeno moderno. Discutiría la afirmación de que un maestro con aprendices es una precedencia histórica comparable de dos iguales que fusionan sus visiones artísticas.

Y la recompensa de tal fusión puede parecer indiscutible: duplicar la inspiración, la creatividad y la energía; uno tiene un socio para reforzarse y una caja de resonancia, editor y crítico igualmente comprometidos. Ciertamente, hay muchos dúos que hacen que esto funcione: Gilbert y George; Jake y Dinos Chapman; y Christo y Jeanne-Claude son solo algunos.

Pero gire la lente un poco y la línea de falla de tal asociación es evidentemente obvia: el doble de dudas, críticas y letargo; dos veces la interferencia y la confusión. Además, dividir el éxito y el centro de atención a la mitad no es tan atractivo para una perspectiva. Claridad, expresión y articulación: rara vez prosperan como esfuerzos grupales. El camino del artista es similar a la búsqueda del alma. Dichas actividades suelen ser más gratificantes y efectivas cuando se realizan en solitario.

Crédito de la foto: Wikipedia, Proyecto Umbrella por Christo y Jeanne-Claude, Japón (1991)

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