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¿Pueden ser hermosas las balas?

La fotógrafa Sabine Pearlman creció en un lugar donde las armas tienen una connotación muy distinta: Austria.

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"El trauma de la Segunda Guerra Mundial aún persiste en la conciencia colectiva", dice ella. "Así que mi percepción de las armas y la guerra siempre ha sido muy negativa".

En sus veintes, fue detenida a punta de pistola, consolidando aún más su perspectiva anti-arma. Luego, hace diez años, se mudó a un lugar con una conversación muy diferente en torno a las armas: los EE. UU.

"El derecho a mantener y portar armas es muy valorado y ampliamente practicado entre una gran parte de la sociedad", dice ella. Una de las principales motivaciones detrás de su reciente proyecto AMMO, una exploración de rondas de municiones, cortadas limpiamente por la mitad, fue la catarsis. "Fue un primer paso para conquistar mi propia incomodidad con el tema".

Para el proyecto, Pearlman visitó un búnker de la era de la Segunda Guerra Mundial propiedad de un especialista y coleccionista de municiones suizo que posee más de 900 piezas de municiones históricas. Entre los artículos en exhibición había una mezcla de cartuchos anteriores a la Segunda Guerra Mundial y modernos que había reducido a la mitad. Él y Pearlman usaron masilla para pegar los cartuchos en pedazos de cartón, luego los llevaron cuidadosamente a un lugar donde había colocado las luces para la sesión de fotos, evitando tirar la pólvora apretada cuando estaban movido.

El resultado es una instantánea clínica de la anatomía de los proyectiles. Las secciones transversales revelan cómo, aunque la tecnología de armas ha evolucionado con el tiempo, cada ronda presenta la misma construcción básica: una bala (el proyectil en la parte superior), un pequeño suministro de propulsor (generalmente pólvora) y una cartilla en la parte inferior. Cuando se aprieta el gatillo de una pistola, envía un percutor de metal al cebador, que actúa como un fusible, encendiendo el propulsor. A medida que el propulsor se quema, emite grandes cantidades de gas, empujando la bala fuera del cañón del arma a velocidades extremadamente altas.

Esta reacción en cadena fue diseñada con la muerte en mente. Pero para esos objetos fundamentalmente letales, Pearlman encontró algo sorprendente en los cartuchos: su delicadeza y belleza interior. "La primera vez que vi una sección transversal me dejó boquiabierto. Nunca antes había considerado un cartucho como un objeto hermoso, pero allí estaba en toda su complejidad", dice ella. "La yuxtaposición de belleza y peligro provocó mi curiosidad".

Desde que se exhibieron las obras, actualmente forman parte de una exposición en Wall Space Gallery en Santa Bárbara: Pearlman se ha intrigado al ver cuántos visitantes admiran las obras sin darse cuenta de que sus temas abstractos y altamente detallados son, de hecho, municiones. " Algunas personas ven molinillos de café, tablas de surf, patinetas, catedrales, lápices labiales, pralinés, consoladores o máquinas de bolas de goma", dice ella. "Algunos espectadores experimentan un sentimiento de culpa al encontrar hermosas las imágenes después de descubrir lo que son, pero aún así están encantadas".

Pearlman piensa que esta extraña sensación de encanto proviene de sacar a la luz las entrañas ocultas de un objeto mortal por primera vez. "Podemos ver algo que generalmente es invisible para nosotros. Las imágenes exudan un peligro latente", dice ella. "Al igual que la manzana de Blancanieves en el cuento de hadas Grimm de los Hermanos, AMMO representa temas de intriga y tragedia, bien y mal, belleza y horror, y nos permite reflexionar sobre nuestros miedos más íntimos y nuestras más altas esperanzas".

La serie AMMO de Sabine Pearlman se exhibirá en Wall Space Gallery en Santa Bárbara hasta el 30 de marzo. Las fotos también están disponibles como impresiones artísticas de edición limitada.

¿Pueden ser hermosas las balas?