https://frosthead.com

La búsqueda para describir mejor el aroma de los libros antiguos

Acabas de entrar en una biblioteca muy antigua. ¿Cómo es la experiencia sensorial? El polvo podría brillar a la luz; El silencio llena tus oídos. Pero el sentido que la mayoría de la gente nota primero es el olor: el aroma de los libros viejos que te pinchan la nariz.

Sin embargo, describir ese olor es un desafío. Y los adjetivos genéricos probablemente serán de poca utilidad para las futuras generaciones de historiadores que intentan documentar, comprender o reproducir el aroma de los libros que se descomponen lentamente. Ahora, esa tarea puede haber sido más fácil gracias a una herramienta llamada Rueda de olor de libro histórico.

En un nuevo estudio publicado en la revista Heritage Science, los investigadores trataron de desarrollar pautas para caracterizar, preservar y posiblemente incluso recrear olores viejos. Para hacer esto, utilizaron uno de los olores más reconocibles del pasado: libros antiguos.

En el laboratorio, el equipo realizó un análisis químico de los compuestos orgánicos volátiles, o VOC, emitidos por los libros. Como el papel está hecho de madera y se descompone constantemente, libera compuestos químicos en el aire que se mezclan para formar un aroma único. Capturaron esos compuestos y utilizaron un espectrómetro de masas para analizar su firma química.

Tal información puede ayudar a los conservadores a comprender mejor la condición y las posibles amenazas a un libro, explica Matija Strlič, coautora del artículo. "Los olores contienen información sobre la composición química y la condición de un objeto", dice.

Pero el equipo de ciencias del patrimonio de la Universidad de Londres también quería sacar su trabajo del laboratorio. "Cuando hablamos con los conservadores de las bibliotecas históricas, señalan que el olor es la primera reacción realmente importante entre el visitante y la biblioteca misma", dice Strlič a Smithsonian.com. Entonces, para aprender más sobre esa primera interacción, llevaron su investigación a la carretera.

Con la ayuda de los visitantes del Museo y Galería de Arte de Birmingham en Inglaterra y un panel de expertos en bibliotecas en la histórica Biblioteca Wren en la Catedral de St. Paul, el equipo realizó un análisis sensorial. Presentaron a los visitantes del museo ocho olores, uno de los cuales era un aroma de libro histórico (sin etiqueta) y siete decididamente no eran de libros, como el mercado de eau de fish y el café. Luego, los investigadores hicieron que los participantes respondieran un cuestionario, incluida una pregunta que pedía descriptores del olor histórico de los libros.

Se pidió al grupo de olfativos de la biblioteca que se abstuviera del uso de productos perfumados y de comer 30 minutos antes de la prueba de olfato. Al ingresar a la biblioteca, los participantes describieron los olores usando un formulario que proporcionaba 21 descriptores, incluyendo "almendras" o "chocolate", y la opción de completar sus propias descripciones.

Cuando los rastreadores de museos describían el olor del libro, usaban con mayor frecuencia palabras como "chocolate", "café" y "viejo". Sin embargo, los olores de la biblioteca seleccionaban palabras como "leñoso", "ahumado" y "terroso" de la lista, y describió la intensidad del olor y la agradabilidad percibida. Luego, el equipo usó toda la información que recopilaron para crear la Rueda de Olor del Libro Histórico, una rueda descriptiva de herramientas similares utilizadas para caracterizar los sabores del café o el vino.

Para la coautora Cecilia Bembibre, el proyecto no fue solo una oportunidad para inhalar algunos de sus aromas favoritos, sino para descubrir la mejor manera de caracterizar, y algún día preservar, los olores. "No es la imagen completa, pero comienza a construir datos comunicables", le dice a Smithsonian.com. "Esto inicia una conversación con filósofos, científicos, antropólogos, tecnólogos y el público mismo sobre lo que necesitamos para describir un olor". Esas conversaciones, dice Bembibre, conducirán a una mejor manera de monitorear un olor de referencia, capturar y describir un oler, y tal vez algún día reproducirlo en un laboratorio.

Es algo embriagador, pero el trabajo que ya se está aprovechando en Inglaterra. Los investigadores le dicen a Smithsonian.com que están trabajando con Knole House, una casa histórica que ha estado en las mismas manos durante generaciones, para preservar y recrear los olores. Cuando escritores como Virginia Woolf se quedaron en la casa, documentaron cómo olía, y esa información se puede usar junto con las mediciones actuales y los análisis sensoriales para ayudar a preservar su olor por generaciones. Este trabajo aún está en pañales, dice Bembibre, pero un día el olor podría ser utilizado más por museos e historiadores para reconstruir un pasado que ya no podemos oler.

¿Cuáles son algunos de los olores favoritos de los científicos? Para Bembibre, es lluvia. Para Strlič, es el recuerdo de su abuela cocinando. Pero ambos están de acuerdo en que los libros tienen algo especial: un amor que ha desencadenado toda una era de sus carreras y, tal vez, una forma de hacer que la historia sea aún más viva.

La búsqueda para describir mejor el aroma de los libros antiguos