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Beirut se levanta de las cenizas

Beirut es una ciudad alternativamente triunfante y trágica, donde la paradoja se ha convertido en una forma de arte. La evidencia está en todas partes; Dos mujeres caminan por la calle, una cubierta de pies a cabeza en hejab negro, hablando por su teléfono celular, la otra en minifalda, evitando cuidadosamente el tráfico. Con lo que puede ser el mayor número de suscriptores de Internet en el mundo árabe, la ciudad tiene cibercafés en todas partes, pero las aceras utilizables son escasas.

Beirut es posiblemente la capital más moderna y vibrante del mundo árabe, con un espíritu empresarial insumergible y una fiebre casi palpable por la renovación. Desde entonces, el distrito del centro, una tierra de edificios bombardeados por nadie después de la guerra civil, ha sido promocionado como el proyecto de reconstrucción más grande del mundo. Los sitios arqueológicos desenterrados durante la construcción han sacado a la luz 5.000 años del pasado de Beirut, creando una gran antigüedad que rivaliza con la de Roma o Atenas.

Antes de que comenzara la guerra, Beirut fue un experimento tremendamente exitoso en la tolerancia ganada con esfuerzo y la inversión libre. Escritores, artistas e intelectuales de todo el Medio Oriente aprovecharon la falta de censura del país. Debajo del glamour superficial, sin embargo, aumentaron las tensiones étnicas y religiosas que estallaron en la guerra civil en 1975 y no terminaron hasta octubre de 1990.

Ahora Beirut está de regreso y rebosante de cineastas y músicos, poetas, escritores, dramaturgos, artistas y grupos de danza y teatro. Se están restaurando edificios históricos; el Museo Nacional de Beirut ha reabierto; pronto se abrirá un nuevo parque arqueológico; y la nueva versión de los antiguos zocos ofrecerá una variedad exótica de productos. Pero en todas partes la paradoja sigue siendo obvia: la nueva construcción desplaza los sitios arqueológicos inexplorados, la contaminación y las aguas residuales dañan las playas y el puerto, y los gases de escape nocivos de los automóviles arrojan una capa gris-marrón sobre el horizonte.

Sin embargo, a pesar de la construcción caótica y el estrés de la vida cotidiana, la sociedad libanesa es, como señala la directora de cine Randa Sabbag, muy alegre.

Beirut se levanta de las cenizas