Los autos sin conductor podrían revolucionar la forma en que las personas discapacitadas se desplazan por sus comunidades e incluso viajan lejos de sus hogares. Las personas que no pueden ver bien o con dificultades físicas o mentales que les impiden conducir con seguridad a menudo confían en otros, o en el gobierno local o agencias sin fines de lucro, para ayudarlos a moverse.
La tecnología de vehículos autónomos por sí sola no es suficiente para ayudar a estas personas a ser más independientes, pero los avances simultáneos en el aprendizaje automático y la inteligencia artificial pueden permitir que estos vehículos entiendan las instrucciones habladas, observen el entorno cercano y se comuniquen con las personas. Juntas, estas tecnologías pueden proporcionar movilidad independiente con asistencia práctica especializada para las capacidades y necesidades de cada usuario.
Ya existe mucha de la tecnología necesaria, al menos en formas preliminares. Google ha pedido a una persona ciega que pruebe sus vehículos autónomos. Y Microsoft lanzó recientemente una aplicación llamada "Ver la IA" que ayuda a las personas con discapacidad visual a percibir y comprender mejor el mundo que las rodea. "Ver IA" utiliza el aprendizaje automático, el procesamiento del lenguaje natural y la visión por computadora para comprender el mundo y describirlo en palabras al usuario.
En el laboratorio que corro en Texas A&M, junto con el Instituto de Transporte de Texas A&M, estamos desarrollando protocolos y algoritmos para que las personas con y sin discapacidades y vehículos autónomos se comuniquen entre sí en palabras, sonido y en pantallas electrónicas. Nuestro transbordador autónomo ha llevado a 124 personas, totalizando 60 millas de viaje. Estamos descubriendo que este tipo de servicio sería más útil que las opciones de transporte actuales para personas discapacitadas.
Paratransit hoy
Según la Ley de Estadounidenses con Discapacidades de 1990, todas las agencias de transporte público deben ofrecer servicios de transporte a personas con discapacidades físicas, afecciones visuales o mentales o lesiones que les impiden conducir por su cuenta. En la mayoría de las comunidades, este tipo de transporte, típicamente llamado "paratránsito", es algo así como un servicio de taxi extra útil servido por el transporte público. Los pasajeros hacen reservas con anticipación para, por ejemplo, ir a tiendas de comestibles y citas médicas. Por lo general, los vehículos son accesibles para sillas de ruedas y son conducidos por operadores capacitados que pueden ayudar a los pasajeros a subir, encontrar asientos y bajar en la parada correcta.
Al igual que los taxis, el paratránsito puede ser costoso. Un informe de la Oficina de Responsabilidad del Gobierno de 2012 proporciona las únicas estimaciones confiables a nivel nacional. Esos números sugieren que, por viaje, el paratránsito cuesta tres o cuatro veces más que el transporte público. Y los costos están aumentando, al igual que la cantidad de personas que necesitan usar paratránsito. Al mismo tiempo, la financiación federal, estatal y local para las autoridades de tránsito se ha estancado.
En un intento por satisfacer parte de la demanda, muchas comunidades han reducido las áreas geográficas donde hay paratránsito disponible y han pedido a las personas discapacitadas que utilicen el transporte público cuando sea posible. Otros lugares han experimentado con servicios de transporte bajo demanda como Uber y Lyft. Pero en muchos casos, los conductores no están capacitados para ayudar a las personas discapacitadas, y los vehículos no suelen ser accesibles para sillas de ruedas o no son adecuados para ciertos pasajeros.
Una posible solución
Las lanzaderas autónomas, como la que estamos probando en el campus de Texas A&M, pueden ser una solución para estos problemas de acceso y financiación. Visualizamos un sistema totalmente integrado en el que los usuarios pueden conectarse al sistema de despacho y crear perfiles que incluyan información sobre sus discapacidades y preferencias de comunicación, así como también cualquier destino frecuente en particular para viajes (como la dirección de su casa o el consultorio de un médico).
Luego, cuando un ciclista solicita un servicio de transporte, el sistema despacharía un vehículo que tenga cualquier equipo particular que el ciclista necesite, como una rampa para sillas de ruedas o una habitación adicional, por ejemplo, para permitir que un perro de servicio viaje.
Cuando llega el transbordador para recoger al conductor, podría escanear el área con láser, cámaras y radar para crear un mapa tridimensional del área, fusionando esos datos con el tráfico y la información geográfica de varias fuentes en línea como Google Maps y Waze. Con base en todos esos datos, determinaría un lugar de embarque apropiado, identificando cortes de acera que permiten el paso fácil de sillas de ruedas y andadores, y señalando posibles obstáculos, como botes de basura para la recolección. El vehículo incluso podría enviar un mensaje al teléfono inteligente del conductor para indicar dónde está esperando y utilizar el reconocimiento facial para identificar al conductor correcto antes de permitir que la persona viaje.
Durante el embarque, el viaje y cuando el conductor llegó al destino, el vehículo podría comunicar cualquier información relevante, como la hora estimada de llegada o detalles sobre los desvíos, interactuando con el conductor según corresponda y escuchando las respuestas, o mostrando el texto en un pantalla y aceptar entrada escrita. Eso permitiría que el conductor y el transbordador interactúen sin importar cuáles sean las capacidades o limitaciones del pasajero.
En nuestro laboratorio estamos explorando varios elementos de los sistemas de asistencia al conductor, incluidas las rampas automáticas para sillas de ruedas y la disposición mejorada de asientos para múltiples pasajeros que usan sillas de ruedas. También estamos estudiando elementos que afectan la seguridad, así como la confianza de los pasajeros en los vehículos. Por ejemplo, actualmente estamos desarrollando algoritmos de aprendizaje automático que se comportan como buenos conductores humanos, imitando la forma en que los humanos responden a circunstancias imprevistas.
Los autos sin conductor presentan formas fundamentalmente nuevas de pensar sobre el transporte y la accesibilidad. Tienen el potencial de cambiar los vecindarios y las vidas de las personas, incluidas las personas con discapacidad y, a menudo, tanto literal como figurativamente abandonadas. Con una planificación e investigación adecuadas, los vehículos autónomos pueden proporcionar aún más personas con mucha más independencia en sus vidas.
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation.
Srikanth Saripalli, profesor asociado en ingeniería mecánica, Texas A&M University