La Antártida moderna apenas recuerda las playas y el sol. Pero según una nueva investigación, el continente y sus alrededores solían ser un lugar mucho más balsámico. Durante el Eoceno, hace unos 40 a 50 millones de años, el clima de la Antártida se parecía a la costa californiana moderna, mientras que las islas polares cercanas eran más parecidas a Florida, informa Yale News.
El Eoceno presentaba un clima de invernadero, describen los investigadores, con altos niveles de dióxido de carbono que mantienen las condiciones en la Tierra excepcionalmente cálidas. Para descubrir qué tan calientes se pusieron las cosas, los investigadores recurrieron a dos isótopos encontrados en fósiles de conchas antiguas. La concentración de enlaces entre esos dos isótopos, describen los investigadores, es un indicador de la temperatura a la que crecieron esos organismos antiguos. Descubrieron que las corrientes oceánicas ayudaron a determinar la temperatura precisa en cualquier lugar dado.
La Antártida, calcularon, alcanzó un máximo de 63F, con una temperatura promedio de 57F. Partes del océano circundante se calentaron aún más, alcanzando una agradable temperatura del agua de baño de 72F. Hoy, esos mismos promedios están muy por debajo de cero. Dicen que las condiciones del Eoceno ayudan a los científicos del clima a "comprender la sensibilidad del sistema climático a los gases de efecto invernadero, y especialmente a la amplificación del calentamiento global en las regiones polares", un conocimiento bastante útil para tener a medida que el mundo se calienta.