Desde la transición del poder del liderazgo militar al civil en 2011, Birmania se ha convertido en un destino cada vez más popular para visitar. Y por buenas razones. El país, que es 90 por ciento budista, es el hogar de miles de templos y lugares sagrados únicos y deslumbrantes. Visite uno de los lugares más sagrados y espectaculares de la ciudad capital de Yangoon: la Pagoda Shwedagon de 350 pies de altura está cubierta de oro y coronada con una aguja engastada de joyas con más de 4.500 diamantes.
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Fuera de la capital, vea las muchas esculturas de Buda de Bago, antes de dirigirse al norte para flotar sobre las 4.000 estupas sagradas en las llanuras de Bagan en un globo de aire caliente, o deslizarse entre los nenúfares en el lago Inle en un estrecho bote de madera, remado por expertos de la manera tradicional por un remador equilibrado en una pierna.
En Mandalay, la segunda ciudad más grande del país, cruza el puente U Bein, la pasarela de teca más larga del mundo, antes de disfrutar de una comida tradicional con lephet, una ensalada de hojas de té. Haga un viaje de una hora a través del río Ayeyarwady a Mingun para ver el colosal, aunque nunca completamente completado, templo marcado por las grietas dramáticas de un terremoto de 1838, y visite la hermosa pagoda Hsinbyume, rodeada de terrazas blancas y onduladas.
Donde quiera que elija ir, asegúrese de empacar su cámara.