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No lo olvidemos

Estamos en nuestro mejor momento como nación cuando los tiempos difíciles nos llevan a la redención, el crecimiento y la inspiración. Las historias de esos tiempos, y las lecciones que enseñan, juegan un papel clave en la misión del Smithsonian de contar la historia estadounidense. Un caso puntual: "El arte de Gaman: Artes y oficios de los campos de internamiento japoneses estadounidenses, 1942-1946", a la vista hasta el 30 de enero de 2011, en la Galería Renwick, parte del Smithsonian American Art Museum. Durante la Segunda Guerra Mundial, nuestro gobierno envió a 120, 000 japoneses étnicos que viven en el oeste de los Estados Unidos a campos de internamiento; Más de dos tercios eran ciudadanos estadounidenses por nacimiento. La mayoría recibió apenas una semana de anticipación para resolver sus asuntos e informar al campamento, con posesiones limitadas a lo que podían llevar. Vivían en barracones construidos apresuradamente en lugares remotos y a menudo áridos, mientras que varios miles de ellos fueron reclutados o reclutados para servir en las fuerzas armadas de los Estados Unidos. A pesar de las duras condiciones, muchos internos encontraron la voluntad de hacer objetos hermosos (sillas, muñecas, herramientas) con chatarra y materiales indígenas. La palabra gaman significa soportar lo que parece insoportable con dignidad y paciencia. Estas obras nos ayudan a comprender el poder curativo del arte, ya que nos recuerdan acciones trágicamente equivocadas de nuestro gobierno en el fragor de la guerra.

De esta historia

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Durante la Segunda Guerra Mundial, los japoneses estadounidenses que fueron enviados a campos de internamiento utilizaron sobras y encontraron materiales para crear hermosas obras de arte. Producido por Amelia Knight

Video: The Art of Gaman: Arts and Crafts from the Japanese American Internment Camps

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Otra exposición inspiradora en American Art es "Christo and Jeanne-Claude: Remembering the Running Fence", que se exhibirá hasta el 26 de este mes. Hace treinta y cuatro años, en septiembre de 1976, vi Running Fence, una obra de arte que había llevado años planificar y construir. Los ondulados paneles blancos de tela de nylon de 18 pies de altura, colgados de cables montados en postes de acero, se extendieron por el norte de California por más de 24.5 millas y luego desaparecieron en el Pacífico. En ese momento, no tenía idea de la complejidad del proyecto: 240, 000 yardas cuadradas de nylon, 90 millas de cable de acero, 2, 050 postes de acero, 350, 000 ganchos y 13, 000 anclas de tierra, lo que requiere docenas de permisos de los terratenientes y las autoridades locales.

Christo y Jeanne-Claude crearon una obra de alegría y belleza, y como habían planeado, después de dos semanas desmantelaron la cerca. La exposición lo trae de vuelta con dibujos detallados, una maqueta de 58 pies de largo, cientos de fotografías y tres documentales. Un magnífico libro, Christo y Jeanne-Claude: Recordando la valla corriendo, acompaña el espectáculo.

Estas dos exposiciones (ambas parcialmente visibles en americanart.si.edu) nos enseñan que con suficiente visión y pasión, el arte puede perseverar contra viento y marea.

G. Wayne Clough es Secretario de la Institución Smithsonian.

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