El Servicio de Investigación Económica del USDA publicó ayer un informe aleccionador sobre la "seguridad alimentaria" en los Estados Unidos. Ese término es una forma más matizada de explicar lo que generalmente se llama hambre, reconociendo los muchos niveles de necesidad que existen entre el hambre literal y la abundancia. Podría significar omitir comidas o pasar un día entero sin comer. Podría significar que su saldo bancario dicta qué tan nutricionalmente equilibradas son sus comidas. Significa ansiedad al acecho detrás de lo que deberían ser palabras agradables, como "almuerzo" y "cena".
Quizás no sea sorprendente, ya que estamos en una recesión, pero me alarmó leer estas estadísticas: el 14.6 por ciento de todos los hogares, o 49.1 millones de personas, experimentaron inseguridad alimentaria el año pasado. Eso no es solo un aumento significativo sobre la tasa de prevalencia del año pasado (11.1 por ciento), es el nivel más alto reportado desde que esta encuesta anual comenzó en 1995.
El número es aún mayor en hogares con niños, hasta un sorprendente 21 por ciento, lo que, como señaló el Washington Post hoy, significa que casi uno de cada cuatro niños estadounidenses ha experimentado hambre en algún nivel.
¿Cómo es esto posible en un país con la economía más grande del mundo y el décimo mayor PIB per cápita? Como punto de comparación, Canadá, que ocupa el puesto 22 en la escala global del PIB, tiene una tasa de inseguridad alimentaria mucho más baja, alrededor del 7 por ciento. Por otro lado, mire este mapa del hambre mundial: nuestros problemas palidecen en comparación con la prevalencia de la desnutrición en muchos países en desarrollo.
Personalmente, estoy en el 85.4 por ciento de los hogares estadounidenses con "seguridad alimentaria". Generalmente soy ahorrativo; Compro ventas y utilizo cupones, pero no cumplo con un presupuesto estricto. Me siento libre de elegir ingredientes más saludables y frescos en lugar de alternativas más baratas. Los antojos y la curiosidad, en lugar de las etiquetas de precios, a menudo guían lo que aterriza en mi carrito de compras. Este informe me hace sentir agradecido y culpable por lo que a menudo doy por sentado.
El USDA ofrece algunos recursos para tomar medidas en materia de seguridad alimentaria, y sé que existen muchas agencias dignas de ayuda contra el hambre que podrían utilizar sus donaciones de alimentos, dinero o tiempo. No me siento cómodo recomendando una organización en particular sin investigarla a fondo, pero si lo hace, deje un comentario. Aquí hay un punto de partida.