La semana pasada escribí sobre la historia de la bifurcación, que se consideró decadente y blasfema cuando se introdujo en la sociedad veneciana en el siglo XI. Los palillos, los utensilios preferidos para comer en partes de Asia, no tienen un pasado tan escandaloso, aunque su historia es igual de interesante.
De hecho, fue el desdén del antiguo filósofo y vegetariano Confucio por otro utensilio común, el cuchillo, lo que pudo haber ayudado a consolidar el papel de los palillos como los implementos de transporte de alimentos preferidos de China (y asegurado innumerables momentos embarazosos de citas occidentales en milenios futuros).
Según la Academia de Ciencias de California, que alberga la Colección de Tecnología de Alimentos Rietz, los palillos se desarrollaron hace unos 5.000 años en China. Las primeras versiones fueron probablemente ramitas utilizadas para recuperar alimentos de las ollas. Cuando los recursos se hicieron escasos, alrededor del año 400 aC, los hábiles chefs descubrieron cómo conservar el combustible cortando los alimentos en trozos pequeños para que se cocinaran más rápidamente. Este nuevo método de cocción hizo innecesario tener cuchillos en la mesa, una práctica que también coincidía con las enseñanzas no violentas de Confucio, como se expresa en una de sus numerosas citas citables: "El hombre honrado y recto se mantiene alejado de tanto el matadero como la cocina. Y no permite cuchillos en su mesa ".
Para el año 500 DC, los palillos se habían extendido a Japón, Vietnam y Corea. Los primeros palillos japoneses se usaban estrictamente para ceremonias religiosas, y estaban hechos de una pieza de bambú unida en la parte superior, como pinzas. Contrariamente a la frecuente concepción errónea de Occidente, los tailandeses no suelen usar palillos chinos.
Durante la época dinástica china, a veces se usaban palillos de plata porque se creía que se volverían negros si entraban en contacto con alimentos envenenados. Esta práctica debe haber llevado a algunos malentendidos desafortunados: ahora se sabe que la plata no reacciona al arsénico o al cianuro, pero puede cambiar de color si entra en contacto con el ajo, la cebolla o los huevos podridos, todos los cuales liberan sulfuro de hidrógeno.
La tradición de los palillos persiste. Según un artículo en una publicación de Malasia, algunos asiáticos creen que si le dan un par desigual, perderá un barco o avión. Una vieja superstición coreana sostiene que "cuanto más cerca de la punta se sostenga un par de palillos, más tiempo permanecerá soltero".
Además de tener una curva de aprendizaje abrupta (si no la ha dominado, pruebe un video instructivo), el uso de palillos también está plagado de posibles errores para los occidentales desorientados. Si esta encuesta japonesa es precisa, hay docenas de maneras de ofender, desde poner los palillos en un tazón de arroz (que se dice que se asemeja a las varitas de incienso en los funerales) hasta "dejar que goteen las lágrimas de la sopa".
Sin embargo, una vez que haya clavado su técnica, es posible que desee considerar convertirla en un hábito habitual: algunas personas afirman que el uso de palillos puede mejorar la memoria, lo que será útil para recordar todas esas reglas de etiqueta.