La mayoría de los adultos están de acuerdo en que un gatito es más lindo que un gato, un cachorro más lindo que un perro. Resulta que los niños pequeños comparten esas mismas opiniones. Según una nueva investigación, los niños de tan solo tres años pueden discernir las diferencias entre los rostros de bebés y adultos en humanos, perros y gatos, y tienen preferencia por las tazas más lindas y más infantiles.
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Los investigadores llegaron a esta conclusión después de realizar experimentos en niños de tres a seis años. Les presentaron a los niños fotos de rostros humanos, de gatos y perros. Sin embargo, las fotos fueron manipuladas para que el sujeto parezca más como un bebé (ojos grandes, frente pequeña) o como un adulto (ojos más pequeños, boca y nariz más grandes). Mientras los niños miraban las diferentes fotos, los investigadores rastrearon sus movimientos oculares.
Los niños descubrieron que los niños pasaron mucho más tiempo mirando las lindas fotos mejoradas que las más parecidas a las de los adultos. Especialmente parecían gustar las caras de los perros, e incluso parecían preferir las caras de los perros adultos a las caras de bebés o humanos.
Los psicólogos piensan que nuestra atracción por los rostros de bebés evolucionó como una forma de disuadir a los adultos de lastimar a los niños y, en cambio, alentar comportamientos de cuidado. Este último estudio muestra que nuestro amor por la ternura aparece muy temprano en el desarrollo y que su alcance se extiende naturalmente más allá de nuestra propia especie.