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Bailar con el pez diablo

Baja California, los encuentros cercanos del tipo elegante son la norma entre buzos y mantarrayas. Son estos grandes peces, que pueden crecer hasta 21 pies de ancho y pesar una tonelada, los que se acercan a los buzos, en lugar de al revés. Solo comen plancton y peces muy pequeños y son cualquier cosa menos el pez diablo de la ficción. Se han dado cuenta de que los buzos no representan una amenaza. Las mantas pasarán un día entero "volando" hasta los buzos, como si disfrutaran de los "visitantes" que llegan.

Los buzos son parte de una red informal de hombres y mujeres: cirujanos orales, pescadores de abulón, agentes inmobiliarios y trabajadores de la construcción, que se reúnen varias veces al año en diferentes partes del mundo para bucear. Los miembros de este grupo extraordinario son buzos libres: no hay tanques de aire, no hay mangueras de aire. Muchos pueden descender 100 pies o, en una inmersión de menos esfuerzo, quedarse menos de tres minutos. Vienen a estas islas mexicanas para capturar atún aleta amarilla de 100 a 200 libras, pero siempre se toman uno o dos días para comunicarse con hasta cinco mantas a la vez. El resultado es un ballet como ningún otro.

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