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Las mandíbulas de cocodrilo y cocodrilo son más sensibles que las yemas de los dedos humanos

Las yemas de los dedos humanos son exquisitamente sensibles a la textura y al tacto, pero no tienen nada en las mandíbulas de cocodrilo. Miles de golpes microscópicos táctiles cubren las fauces de los caimanes estadounidenses y los cocodrilos del Nilo, según una nueva investigación, ayudando a ponerlos en acción ante la más mínima detección de presas nadando en las aguas turbias de los hábitats de los animales.

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Para llegar a esta conclusión, los investigadores diseccionaron algunas de estas llamadas cúpulas táctiles. Debajo de las cúpulas, encontraron grupos de terminaciones nerviosas, una estructura especial que detecta vibraciones y grupos de células que responden a la presión sostenida. Descubrieron que toda la mandíbula contenía una intrincada y delicada red de nervios. "La inervación de estas mandíbulas fue increíble", comentaron los investigadores en un comunicado.

Para ver cuán sensibles eran las mandíbulas de los cocodrilos y los cocodrilos, los investigadores tocaron suavemente una de las cúpulas con un cabello pequeño, un método comúnmente utilizado para medir la sensibilidad al tacto humano. Las mandíbulas de los animales demostraron ser aún más sensibles a la detección de estos estimulantes aparentemente minúsculos que las yemas de los dedos humanos.

Cuando los investigadores observaron a los cocodrilos cautivos del Nilo en la noche, los depredadores reaccionaron al menor movimiento de presas en 50 milisegundos. Pero los investigadores dicen que no solo están rompiendo cualquier registro que viene flotando. Su sensibilidad ajustada les permite distinguir entre restos desagradables y presas sabrosas en una fracción de segundo. Esta característica fisiológica también puede explicar cómo las madres cocodrilos pueden ayudar hábilmente a sus crías a escapar de las cáscaras de huevo con sus mandíbulas sin tomar accidentalmente un bocado o dos.

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