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Así es como los neurocientíficos en el siglo XIX estudiaron el flujo sanguíneo en el cerebro

Tendemos a pensar en la neurociencia como una búsqueda moderna: usar la tecnología para observar el funcionamiento interno del cerebro para comprender cómo funciona nuestra mente. Pero en el siglo XIX, los científicos intentaban descubrir cómo los cambios en el cerebro podrían afectar a las personas. Y las nuevas traducciones de manuscritos de la década de 1880 describen uno de los primeros estudios en analizar el flujo sanguíneo al cerebro, la misma medida que busca nuestra fMRI moderna.

En 1882, un fisiólogo italiano llamado Angelo Mosso estaba midiendo los cambios en el flujo sanguíneo al cerebro. El trabajo de Mosso fue mencionado unos años más tarde en un artículo, pero su trabajo original se perdió hasta un artículo reciente de Stefano Sandrone, cuyo equipo desenterró y tradujo los manuscritos originales de Mosso. Harsha Radhakrishnan de United Academics explica lo que hizo Mosso:

Se les dijo a los sujetos que se acostaran y descansaran para asegurarse de que la sangre se distribuyera equitativamente dentro de los tejidos del cuerpo, antes de que el baricentro y el pivote central del fulcro se superpusieran. Mosso había pensado a través de este experimento en un detalle tan fino que la respiración, las fluctuaciones inducidas por la respiración, la cabeza y otros movimientos, y los cambios en el volumen en otras periferias se registraron o corrigieron. Sorprendentemente, su paradigma experimental es un modelo que utilizamos incluso hoy. Era lo suficientemente astuto como para tomar una lectura de referencia (estado de reposo, si es posible) y procedió a usar una serie de estímulos con un aumento del procesamiento cognitivo (en un diseño relacionado con bloque o evento como se usa en fMRI). Descubrió que el equilibrio se inclinaba más rápido hacia la cabeza a medida que la tarea aumentaba en complejidad.

Después de publicar su traducción del trabajo de Mosso, otro equipo trató de reproducir sus experimentos y pudo demostrar que efectivamente pudo haber medido los cambios locales en el volumen de sangre en el cerebro. Si bien Mosso no tenía máquinas sofisticadas de fMRI con las que trabajar, tenía una idea, y con ella pudo hacer una ciencia excepcional muy por delante de su tiempo.

Así es como los neurocientíficos en el siglo XIX estudiaron el flujo sanguíneo en el cerebro