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¿Es la geoingeniería la respuesta al cambio climático?

El cambio climático solía considerarse una preocupación a largo plazo; ahora, hay buenas razones para creer que ya estamos encontrando sus efectos. A medida que el problema se vuelve más urgente, algunos dicen que deberíamos adoptar un enfoque radical: en lugar de luchar en vano para limitar las emisiones de gases de efecto invernadero, deberíamos tratar de diseñar sistemas para detener directamente el calentamiento del planeta.

Este enfoque se conoce como geoingeniería, y podría ser el área más controvertida en la ciencia del clima.

El término abarca una amplia variedad de técnicas. Una compañía trató de fertilizar el océano con hierro, para alentar el crecimiento de algas para absorber el exceso de dióxido de carbono. Otros científicos han sugerido rociar nubes con agua de mar para aumentar su blancura y, por lo tanto, la reflectividad, reduciendo el calentamiento al hacer rebotar la luz hacia el espacio. El gobierno de los EE. UU. Incluso ha considerado los espejos gigantes que bloquean el sol en el espacio exterior como una última opción si el cambio climático llega a un punto de inflexión.

Sin embargo, la sugerencia más debatida está inspirada en un fenómeno natural: las erupciones volcánicas masivas pueden desencadenar varios años de enfriamiento global porque suspenden los aerosoles de azufre y otras partículas lo suficientemente altas en la atmósfera donde permanecen en el aire durante años, bloqueando una pequeña fracción de la luz del sol Este efecto podría imitarse utilizando aviones, artillería o incluso tuberías suspendidas para enviar partículas de sulfato a la atmósfera donde contrarrestarían el efecto de las crecientes concentraciones de gases de efecto invernadero.

Un experimento propuesto Un experimento propuesto habría utilizado una tubería con globo para bombear aerosoles de azufre a la estratosfera y bloquear una porción de la radiación solar para que no llegue a la Tierra. (Imagen a través de Wikimedia Commons / Hugh Hunt)

Ahora, por primera vez, un equipo de científicos ha analizado específicamente los costos financieros inmediatos de emplear dicha técnica. Sus resultados, publicados ayer en la revista Environmental Research Letters, pueden ser vistos como alentadores por los defensores de la geoingeniería, pero deprimentes para todos los que esperan limitar las emisiones de gases de efecto invernadero.

Los investigadores, de Aurora Flight Sciences, la Universidad de Harvard y la Universidad Carnegie Mellon, descubrieron que la entrega continua de materiales a la estratosfera para desviar la luz del sol en teoría podría lograrse con las tecnologías actuales y podría costar tan poco como $ 5 mil millones por año en todo el mundo. Aunque esto puede parecer una gran suma, reducir las emisiones lo suficiente como para evitar que los niveles de dióxido de carbono superen los 450 ppm, una cifra que a menudo se cita como un objetivo de estabilización para evitar un calentamiento significativo, costaría entre $ 200 y $ 2, 000 mil millones, lo que hace que la geoingeniería parezca un pariente negociar.

El análisis detallado de costos evaluó sistemas que podrían entregar 1 millón de toneladas de sulfatos anualmente a altitudes superiores a 11 millas, bien dentro de la estratosfera, entre 30 ° N y 30 ° S para todo el planeta. Al comparar seis técnicas diferentes (el uso de aeronaves existentes, una nueva aeronave diseñada para funcionar a gran altura, una nueva aeronave híbrida, cohetes, pistolas y tuberías suspendidas), los autores descubrieron que usar aeronaves existentes o de nuevo diseño sería el más costoso. opciones efectivas

Descubrieron que diseñar aviones específicamente para el desempeño a gran altitud sería probablemente menos costoso que modificar los aviones actuales para la tarea, aunque ambas opciones serían posibles dada la tecnología actual. El uso de pistolas y cohetes o tuberías suspendidas sería más costoso, en gran parte porque no serían reutilizables, mientras que los aviones dedicados podrían enviar las partículas a la estratosfera una y otra vez. La opción más fantástica, una gran tubería de gas que se elevaría millas hacia el cielo, tal vez con el apoyo de plataformas llenas de helio, podría ser la más costosa, debido al costo de desarrollar un sistema sin precedentes y la incertidumbre general involucrada.

Sin embargo, los autores señalan que las incógnitas y los riesgos potenciales de este tipo de geoingeniería podrían ser mayores que el precio reducido. Por un lado, trata un síntoma del cambio climático (una atmósfera más cálida) en lugar de la causa (concentraciones de gases de efecto invernadero), por lo que no hace nada para abordar otros problemas relacionados, como la acidificación de los océanos. También existe el hecho de que una vez que tales medidas inducen dependencia: si las comenzáramos a escala global, tendríamos que continuar indefinidamente o arriesgarnos a un retorno acelerado del clima a donde hubiera estado sin ninguna acción.

Lo más alarmante es que bombear intencionalmente millones de toneladas de aerosoles a la atmósfera es un experimento para el cual no tenemos precedentes. Nuestra comprensión del clima aún es incompleta, por lo que embarcarnos en un plan intencional para rediseñarlo (después de hacerlo de manera bastante involuntaria) podría tener consecuencias inesperadas. Otros investigadores han señalado que el despliegue de sulfatos en la estratosfera podría causar el agotamiento del ozono, desencadenar la sequía, alterar la formación de nubes e incluso causar un calentamiento más contradictorio.

Esta es un área de la ciencia donde algunos dicen que el simple hecho de realizar una investigación puede alterar de manera irresponsable el resultado real de los eventos. Una vez que exista información concreta sobre las técnicas de geoingeniería, podría socavar el apoyo público para la reducción de emisiones y proporcionar un "plan de respaldo" políticamente útil para los formuladores de políticas. Además, plantea la aterradora idea del despliegue unilateral: con las naciones del mundo aparentemente incapaces de un acuerdo vinculante para reducir las emisiones, una nación insular que se enfrenta al aumento del nivel del mar podría simplemente comenzar a rediseñar la atmósfera para su propia supervivencia.

Este estudio nos ayuda a comprender mejor los gastos visibles de la geoingeniería como una solución para el cambio climático. Sin embargo, sus costos a largo plazo todavía están en el aire.

¿Es la geoingeniería la respuesta al cambio climático?