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La ciencia responde a la antigua pregunta: ¿Deberíamos vivir para trabajar o trabajar para vivir?

Foto: id-iom

Es verano, y la tentación de saltear la oficina y dirigirse a la piscina es intoxicante. Si tan solo todos y cada uno de los días se pudieran pasar holgazaneando bajo un paraguas en lugar de esforzarse en la búsqueda del próximo sueldo. Pero según NatCen Social Research, un centro de investigación social independiente británico, es precisamente el trabajo lo que nos mantiene felices.

Varunie Yaxley informa de una conferencia reciente que explora este tema desconcertante:

El trabajo tiene un gran impacto en nuestro bienestar. Desde los niveles de autonomía, soporte, seguridad y control que sentimos que tenemos en el trabajo que hacemos. Al estrés que sentimos al trabajar. Incluso la forma en que nos pagan tiene un impacto en nuestra felicidad.

Hallazgos recientes de la Encuesta de salud de Inglaterra 2010 muestran que las personas con trabajo remunerado tienen mayores niveles de bienestar que las que están desempleadas o económicamente inactivas.

Por supuesto, esto puede deberse a que aquellos con trabajos estables están menos estresados ​​sobre cómo pagar su próxima comida. Y el crítico de New York Times, Tim Kreider, probablemente diferiría según su reciente artículo, "The Busy Trap":

Casi todos los que conozco están ocupados. Se sienten ansiosos y culpables cuando no están trabajando o haciendo algo para promover su trabajo.

Tenga en cuenta que, en general, no son las personas que realizan turnos consecutivos en la UCI o que viajan en autobús a tres empleos de salario mínimo quienes le dicen lo ocupados que están; lo que esas personas no están ocupadas sino cansadas. Agotado. Muerto de pie . Casi siempre las personas cuyo ajetreo se lamenta es puramente autoimpuesto: trabajo y obligaciones que han asumido voluntariamente, clases y actividades en las que han "animado" a sus hijos a participar. Están ocupados debido a su propia ambición o impulso o ansiedad, porque son adictos al ajetreo y temen lo que podrían enfrentar en su ausencia.

Kreider fomenta un compromiso cómodo: un horario de trabajo satisfactorio con un punto de corte definido, y un tiempo "inactivo" programado deliberadamente para una tormenta de ideas, reflexión y relajación. Pero, por supuesto, en última instancia, todos creamos nuestra propia felicidad. El día de una persona descansando en la playa es la noche entera de otra en nombre de cumplir un plazo satisfactorio.

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